jueves, 23 de diciembre de 2010

CORREO DE LECTORES

MI RESPUESTA

En la edición correspondiente al 05 de Noviembre del corriente ano, de este querido periódico local, y bajo el título de «Elegía», pretendí llegar a la comunidad de Vicuña Mackenna en un mensaje de condolencias por la desaparición, temprana y tal vez inoportuna, del ex presidente de la Nación, Néstor Kirchnner. Cualquier otra intención estuvo ausente en mi ánimo, en especial la de referenciar o herir la susceptibilidad de ciudadano alguno.
Sin embargo, en la posterior edición del mismo periódico, sorpresivamente, leo una carta suscripta por el Sr. Jorge Luis Sardoy, la cual bajo el intitulado de «No lo puedo creer…», lejos de emitir una opinión propia y a-personalmente dirigida, se ocupa de tratar de contestarme, punto por punto, cada una de las afirmaciones efectuadas por mi persona en aquella publicación.
Si bien no he buscado la polémica ni el cruzamiento particular, y luego de meditarlo bastante, he concluido que es oportuno una repuesta a dicha contestación, ello en procura de dejar claramente sentado las razones que me llevaron a aquella acción, y que estimo útiles para desentrañar verdades ocultas en nuestra vida nacional.
Y no puedo sino por comenzar a decir que en lo manifestado por Sardoy, las formas iniciales no tratan sino de ocultar, valiéndose de argumentos inválidos, el gran malestar que ha generado en algunos sectores, el advenimiento, en el año 2003, y mantenimiento hasta la fecha, de un gobierno nacional defensor de los intereses nacionales y populares, mas allá de su imperfecciones o no a la hora del accionar concreto.
Y lo primero que debo destacar del crítico, es, precisamente, su contradictoria visión de la gestión gubernamental, pues comienza por decir que la comparte en cuanto a su idea pero no en cuanto a su modo. Ello de por si delata un encubrimiento de su discurso, en realidad no comparte los fines de las políticas públicas del gobierno nacional, pero ante el éxito notorio de estas queda mal decirlo, y entonces disfraza su verdadero afán opositor a las mismas. Y así desplega un manifiesto, en donde, una por una, descalifica -torciendo realidades- las acciones gubernamentales llevadas a cabo en ese periodo.
Y por supuesto es allí donde surge claramente, que el país que vivimos y hacia el cual vamos, no es el que le gusta, prefiriendo aquel que ha privilegiado a las élites sociales como objeto de protección, y no al «pueblo», al obrero, al desprotegido y olvidado constantemente.
Sorprendentemente critica la brecha entre pobres y ricos, pero forma parte de los que se opusieron al primer planteo serio, en años, de distribución de la renta, tal cual fue el caso de las retenciones móviles, Resolución 125, que -gracias a esa oposición- solo benefició a los poderosos transfiriéndoles 10 mil millones de dólares, en perjuicio de los pequeños productores.
Continúa oponiéndose a la Jubilación de 2 millones de personas, y pretendiendo la aplicación del 82 % móvil, olvidándose de que las personas que no aportaron lo fueron por las prácticas ilegales de trabajo en negro reinante en el país por muchos años, instrumentadas por patronales acaudaladas, y que el modelo impuesto en 1976 (con el apoyo de muchos de los hoy críticos al gobierno nacional) hizo la perder la sustentabilidad del sistema (de 4 activos por 1 pasivo, a 1 ½ por 1), y olvidando que no es ningún regalo para los nuevos jubilados y jubiladas, sino que a los mismos se les ha otorgado un plan de pagos, nada más ni nada menos, a la vez que la masa de trabajadores activos ha crecido en más de 4 millones. Su visión elitista lo lleva a criticar a los líderes de las organizaciones sociales por un chirlo que uno de ellos le pegó a quien lo insultaba (lo que repudio, pues no se debe responder a los reaccionarios), en la época de la crisis del campo, olvidando que por los cortes de ruta los que más sufrieron fueron los pobres que no pudieron comprar los productos que necesitaban, y no los de los frezeer llenos -que no lo sintieron-, y que provocaron, incluso. que enfermos murieran en las rutas, por esos piquetes de la abundancia, aunque para el crítico eso debe haber sido un hecho menor y sin importancia, pues ninguna referencia a ello ha efectuado.
Y así se continúan las infamias, olvidando que por primera vez en muchos años tenemos un poder judicial que ha investigado y procesado, no solo a los genocidas del pasado, sino a ex miembros de este mismo gobierno que no han entendido que las reglas son otras, y que aquí solo importan los intereses generales. No he escuchado ni al ex presidente, ni a la actual, emitir una sola voz de apoyo a los corruptos, pero si he escuchado de muchos como Ud., Sardoy, ante la desaparición de personas en otros años, el consabido «algo habrán hecho», ello me exime de más comentarios al respecto.
Debo decirle también que nunca he vivido tanta libertad de expresión como en estos días, y que me siento orgulloso de la sanción de la Ley de medios, que impedirá que la mentira se institucionalice en las notas de los medios monopólicos. Mi estimado conciudadano, los enfrentamientos siempre han existido, y se han ocultado, casi siempre bajo la alfombra, siendo el común perjudicado el pueblo de la nación. Hoy me pone muy contento que se caigan las caretas y que cada uno exprese, sin tapujos, lo que es, lo que siente, lo que quiere y aquello por lo que lucha. Eso lo permite la Democracia. Y también permite saber quienes están del lado de los intereses generales y populares, y quienes solo les interesa que estén bien algunos y que para otros -la mayoría- las cosas nunca cambien.
Tome esto como la respuesta de alguien que, gracias a Dios, no piensa como Ud., porque para uniformidad, están los «uniformes». Y muy bien con ellos no nos fue.
José Daniel Fenández
DNI 13.196.469

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