jueves, 18 de noviembre de 2010

CORREO DE LECTORES

"NO LO PUEDO CREER..."

Es innegable que ante la muerte de Néstor Kirchner, mucha gente expresó su dolor, porque lo quería, por agradecimiento o por sentirse en deuda con él. Pero muchos de los argentinos, dentro de los que me incluyo, y sin dejar de solidarizarme con el dolor de sus familiares por una muerte, no sentí sensaciones ni buenas ni malas, respetables ni desdeñables; ni me entristecí ni me alegré. Tan sólo sentí que falleció un ex presidente. Cosa a la que estamos expuestos todos los mortales, inclusive los grandes como Martín Luther King, Gandhi y la Madre Teresa.
Indudablemente Kirchner, fue la figura política central de argentina en los últimos diez años. Estuve de acuerdo con muchas de sus ideas, pero no con la manera que las implementaba. Porque hizo de su vida política un enfrentamiento constante, que profundizó las antinomias, los malos modos, y mostró desprecio cuando se refería a los medios de comunicación, ya que no respetó la libertad de expresión con los que no pensaban como él, tildándolos de traidores o perros. Bárbaras diatribas, cuando en realidad le correspondería según su investidura, elevar el nivel del debate, escuchando sin descalificar.
No puedo decir que fomentó la distribución de la riqueza y la integración social, cuando en nuestro pueblo vemos cada vez más pobres, y ricos cada vez más ricos. Una brecha que se hace más grande y notable. Más injusta y por lo tanto peligrosa, por ser una de las causas de la delincuencia y la inseguridad.
No puedo decir que recuperó la dignidad de los jubilados, cuando jubiló a casi 2 millones de personas que no habían aportado nunca, y posteriormente su mujer la presidente y sucesora, vetó la ley del 82% móvil, que sí hubiera sido beneficioso para nuestros abuelos que aportaron con esfuerzo toda su vida.
No puedo decir que hubo ausencia de represión a los reclamos sociales, cuando aún tenemos en nuestra retina la reprimenda al cacerolazo, o el ataque de una patota guiada por un líder piquetero del Frente para la Victoria contra manifestantes en Plaza de Mayo y la injustificable zona liberada en el enfrentamiento de las unidades de choque o barrabravas contratados, que supuestamente representaban a ferroviarios y que terminó con la vida de un manifestante en un reclamo social, plenamente justificado por la precariedad laboral que tienen los tercerizados.
Cómo voy a creer que no hubo impunidad, cuando todavía hoy, no se sabe qué pasó con los dineros de Santa Cruz, con el caso Skanska, con la valija de Antonini Wilson, con la embajada paralela en Venezuela, los extraños negocios con Chávez y con los sospechosos aportes a la campaña de Cristina por parte de los laboratorios de medicamentos truchos. Todavía no se sabe como apareció el dinero hallado en el baño de una ministra de economía, ni del incremento patrimonial hasta hoy injustificado del secretario de transporte. Sin dejar de mencionar los tergiversados índices del Indec, los abusos y aprietes en Papel Prensa. La manipulación de los recursos del Anses y del Banco Central. La inseguridad jurídica, los piquetes, los bloqueos a empresas por parte del hijo del líder del CGT, confederación que no elige democráticamente a sus representantes y que sin embargo, - como dijo el jefe de gabinete- es la columna vertebral del actual gobierno.
No puedo creer que haya hecho posible el crecimiento para todos y no para algunos pocos, cuando basta con mirar a nuestro alrededor y tan sólo en nuestra ciudad, para darse cuenta de esa utopía y falacia, que tanto más se nota en el norte argentino o en las provincias de menores recursos .
No puedo creer que hizo un gobierno en pos de los intereses populares y nacionales, cuando su meta fue acumular poder, con una agresividad sin precedentes, aumentando notablemente su patrimonio desde el poder. Ignoró la división de poderes, institucionalizó el miedo, arremetió contra las FFAA, la corte suprema, la Iglesia y el FMI. Se enemistó con nuestro hermano país Uruguay, fue contra el campo, los periodistas, los medios, los empresarios y los opositores. Contra el propio Partido justicialista y hasta contra Eduardo Duhalde, quién lo hizo surgir políticamente. Hizo de su vida un enfrentamiento constante, estimulando las antinomias; llenando de bronca, malos modos, desprecio, y falta de educación y respeto por el otro, a una gran parte de la sociedad argentina. Cuando nombraron a un ex presidente en el congreso, se agarró el testículo izquierdo, y después negoció con el mismo ex presidente su voto en el senado mostrando a la sociedad lo peor en cuanto al respeto por el otro.
No puedo creer que se protegió la niñez con eficacia, a través de la asignación universal obligatoria, con control de salud y escolaridad, cuando se nos mueren de hambre cientos de niños, otro tanto están desnutridos, y la mitad de nuestros adolescentes no terminan el ciclo básico unificado, pero que no sale a la luz porque tienen que cerrar las estadísticas.
No puedo creer haya esperanza en un proyecto, que está preparado sólo para perpetuarse en el poder, valiéndose del clientelismo político y de las dádivas. Proyecto que si bien comenzó en tiempos difíciles, lo peor había pasado, pues la economía estaba ordenada y el contexto internacional le era favorable. La economía creció «a pesar» de Kirchner; fundamentalmente, por un «yuyo» modificado genéticamente que tiene como fruto, un poroto muy solicitado en el mundo por sus propiedades alimenticias; y por un sector productivo, que aunque no estoy personalmente de acuerdo como fue su forma de protesta, y en parte con sus reclamos; no puedo dejar de reconocer su capacidad de reacción y de generación de recursos. La economía y la producción crecieron porque todavía hay una parte del pueblo laborioso, humilde, honesto y «patriota», representado por todos los sectores productivos y trabajadores, que aún cree en esta gran Argentina y en la dignidad que concede el trabajo. Gente común que quiere fundamentalmente vivir en paz. Sin antinomias, sin chicanas, sin personajes que se dicen políticos, pero que en realidad como decía Eva Duarte son sólo «contreras». Que buscan el poder a cualquier precio y en beneficio propio. Que tienen más intereses que corazón, y que no representan para nada al pueblo trabajador y los humildes. Creo que hacer política es utilizar la potestad temporal que el pueblo provee, para utilizarlo en beneficio de toda la sociedad. Fundamentalmente es lograr que la gente mejore su calidad de vida, que consiga trabajo, que pueda habitar una vivienda digna, cuidar de su salud, educar sus hijos, optimizar su economía y en consecuencia el bienestar de su familia.
Néstor Kirchner al fallecer, era el presidente -que nadie había elegido- del Partido Justicialista, y como diputado siempre estuvo ausente, pero ejercía la presidencia de la Nación como propia; era bicéfala. El poder real para él y el formal para su esposa. Intentan hacerlo parecer como un prócer que se inmoló por sus ideales, entregando su vida por la patria; pero lejos está de los grandes, más allá de que una parte de la sociedad lo haya llorado. La muerte no mejora a nadie, no es mejor ahora de lo que fue en su vida; por ello es probable que en poco tiempo, su trayectoria, tan sólo sea un mal recuerdo como el de algunos gobiernos anteriores. Lejos está de nuestros notables políticos y estadistas como Sarmiento, Yrigoyen y Perón, que vieron y se proyectaron más allá de sus vidas mortales, dejándonos aún hoy, con defectos y con errores, sus ideales y convicciones en pos de la reivindicación de su pueblo. «los pueblos deben inspirarse en la vida de los grandes hombres» decía Sarmiento.
No se puede cuestionar como despreciable, la emoción de la persona que tan sólo sintió que se murió un ex presidente, y no percibir sensiblemente, el dolor de una Argentina frustrada por gobiernos de dirigentes corruptos, incapaces y sin principios éticos. Es importante ser emotivo, pero siendo también racional. Perdonen pero no olviden, el ejercicio de la memoria evitará que cometamos los mismos errores.
Jorge Luis Sardoy
DNI 16.25.828

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